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Productos limpieza

Riesgos de mezclar productos de limpieza – Lejía y Amoniaco

La limpieza es un proceso muy importante, ya que de su eficacia depende la salud de las personas y una gran diversidad de animales. En los tiempos que corren, en plena pandemia del coronavirus que provoca la COVID-19, se ha convertido en un asunto transcendental para la profilaxis. Para cumplir eficazmente con los objetivos, el proceso de limpieza debe ser efectivo, y seguro para las personas que lo lleven a cabo. Para ello es necesario estar bien informados de los riesgos de mezclar productos de limpieza y desinfección.

La cantidad y variedad de situaciones y retos que se plantean es enorme y muy variopinto. Una vez que quedan planteados los requerimientos necesarios, su especifidad y, la extensión de cada tipo o variedad de materiales o situaciones, hay que seleccionar, dentro de la gran variedad existente en el mercado, los productos que mejor se adecuan a los requerimientos planteados.

La elección de productos a usar no es una cuestión baladí y, a menudo puede quedar la impresión de inseguridad al seleccionar uno u otro producto de limpieza para un cometido concreto. Es entonces cuando puede surgir la tentación de producir nosotros mismos un producto más eficaz y versátil que los que hay en el mercado ( a menudo muchos más de los que puede parecer). Es, entonces cuando, si no se tiene el nivel adecuado de conocimientos sobre los productos y procesos físico-químicos de limpieza, podemos iniciar una senda aleatoria que puede comportar un riesgo para las personas que puede ser muy alto, y, por ello, es mejor, y se corre menos riesgo,  utilizar productos comerciales homologados y con garantía que, intentar innovar con mezclas que pueden ser más o menos afortunadas.

Mezclar productos de limpieza no suma sus características

Los mentideros están llenos de propuestas más o menos ingeniosas que pueden conllevar un riesgo alto o un gasto superfluo para los que las pongan en práctica. La mezcla de productos químicos (los agentes de limpieza son productos químicos) si  no se tiene un conocimiento básico de los procesos químicos y de las características físico-químicas de cada uno de los componentes de la mezcla no se está en condiciones de diseñar correctamente el proceso y por tanto de poder prever y limitar sus riesgos.

Como quiera que hay numerosas comunicaciones, en diversos medios y formatos que, a menudo ensalzan la efectividad de algunos productos que se obtienen por mezcla (en general, no suele ser así, suelen tener lugar reacciones químicas de las que no hay control en su progresión ni de las condiciones de las mismas), se hace necesario aportar los conocimientos básicos acerca de esos procesos y de los productos resultantes. Conocimientos que pueden permitir, en cualquier situación conocer los ejemplos de mezclas de productos de limpieza, reacciones químicas que llevan a la obtención de productos químicos que pueden suponer un peligro importante para las personas que los usen si no disponen de los conocimientos adecuados para la obtención, manejo, aplicación y eliminación de residuos o subproductos generados por su utilización.

La actitud más sensata a adoptar frente a comunicaciones que hablan de mezclar productos de limpieza, para conseguir un producto que alcanza un rendimiento mucho mayor que los componentes y, es capaz de realizar operaciones en las que sus componentes no llegaban o eran mediocres, es descartarlo y no probar lo que indican.

La filosofía en la que se inspiran muchos de los supuestos descubridores que nos hacen llegar ese tipo de comunicaciones es la siguiente:

Si tengo una sustancia A que se fabrica para actuar como disolvente una serie de materiales (pinturas por ejemplo) y una sustancia B que sirve para eliminar residuos de cal, si los mezclo puedo obtener un disolvente más potente que además de la cal podrá eliminar otros residuos como óxido de hierro, yeso etc. La realidad es que si ambos componentes experimentan una reacción química es muy probable que el producto de esa reacción no sea útil para ninguno de los cometidos que tenían las sustancias de partida. Pero lo más importante es que el hecho de poner en contacto esas sustancias puede producir una reacción violenta, o desprender gases tóxicos que son muy peligrosos y que en la mayoría de los casos el neófito no es capaz de controlar.

En la inmensa mayoría de los casos, cuando entran en contacto dos sustancias que van a experimentar una reacción química entre ellas, lo que ocurre es que las propiedades de cada una de las sustancias por separado son completamente diferentes a las que presenta el nuevo compuesto formado como consecuencia de la reacción. Un ejemplo esclarecedor es el siguiente:

(oxígeno) O2 + 2 H2 (hidrógeno) →  2H2O agua 

El oxígeno es un gas comburente (hace arder), el hidrógeno es un gas combustible, pero su reacción produce agua que apaga el fuego.

El agua apaga el fuego
Agua, reacción de Hidrógeno (Combustible) y Oxígeno (Comburente)
Imagen de David Mark en Pixabay

El número de ejemplos de lo comentado es realmente muy alto dado que en la mayoría de los casos la adición de una o varias sustancias sobre otra, u otras, provoca reacciones químicas que pueden liberar mucha energía y producir quemaduras a las personas que están operando con ellas e, incluso, incendios e intoxicaciones que puede llegar a ser muy graves.  

A continuación vamos a presentar un ejemplo de lo que se produce al mezclar productos de limpieza con la intención de obtener un nuevo producto de limpieza más eficaz y más versátil que los componentes iniciales por separado. Vamos a hacer un ligero análisis de lo que se produce cuando se mezcla amoniaco con lejía. Este es el caso que vamos a tratar en este artículo,  el resultado de añadir lejía a amoniaco, y, los riesgos a los que se someten las personas al realizar esa operación, así como,  la inutilidad del compuesto obtenido para limpiar, ya que el producto de la reacción que ocurre es un compuesto útil para desinfectar agua utilizado en proporciones muy bajas, no siendo de utilidad en tareas de limpieza doméstica.

Qué ocurre al mezclar lejía y amoníaco

Las comunicaciones escritas y/o audiovisuales que se encuentran se refieren a la utilización de amoniaco (como producto comercial de uso para limpieza doméstica) y la lejía, disolución de hipoclorito sódico en agua, para limpieza, desinfección, y como blanqueador de superficies contaminadas.

En este artículo se van a presentar y comentar datos y parámetros de proceso que es necesario conocer para no correr riesgos, y llegar a buen fin cuando se usan,  como sustancias de partida, disolución acuosa al 5% de amoniaco y disolución acuosa de hipoclorito sódico al 5% (lejía).

La lejía es una disolución acuosa de hipoclorito sódico (NaClO) al 5% y, el amoníaco (NH3) está en solución al 5 – 6%. Teniendo en cuenta que el peso molecular del hipoclorito sódico (PMNaClO) es 74,5 y el del amoníaco (PMNH3) es 17, estamos hablando de concentraciones molares de 0,67 moles por litro de NaClO (50 g. por litro) y de 2,94 moles por litro de amoníaco (50-60 g. por litro), ya que la molaridad o número de moles por litro es el cociente peso en gramos de cada compuesto por litro de disolución / peso molecular de ese compuesto.

La lejía (solución acuosa de NaClO) reacciona con el amoniaco (NH3) en disolución acuosa  pudiendo producir diferentes cloraminas dependiendo de las relaciones moleculares entre las sustancias que reaccionan. Así, para una relación molar amoníaco/cloro igual o superior a 1 y,   el pH  es superior a 7 (medida de la acidez del medio; 7 neutro, inferior a 7 ácido, y superior básico), la monocloramina  (NH2Cl) es el compuesto que se forma, para una relación de volúmenes VNH3 /VNaClO  es mayor de 1/3.

NH3 + NaClO → NH2Cl + Na(OH)  

No obstante si la relación de VNH3/VNaClO es menor de ¼ se la reacción produciría una mezcla de monocloramina y dicloramina.

La velocidad de reacción viene determinada por la temperatura y el pH del medio. A temperatura ambiente (25ºC) la máxima velocidad de reacción se alcanza  a pH =8,3.

La reacción que va tener lugar va a producir monocloramina. Como el pH que presenta la solución de hipoclorito y amoniaco es superior a 8,3 se va a producir monocloramina a una velocidad muy alta.

La monocloramina (NH2Cl),  a 25ºC es un líquido más denso que el agua y soluble en ella, su punto de fusión es – 66oC.  A temperaturas superiores a – 40oC es  un líquido muy inestable, en disoluciones acuosas concentradas también es inestable. Sin embargo, en disoluciones muy diluidas es bastante estable, de ahí su uso como desinfectante de aguas. La descomposición de la monocloramina en presencia de hipoclorito produce ácido clorhídrico, gas corrosivo y muy tóxico.

Riesgos para la salud

La OMS fija para la desinfección de aguas una dosis máxima de 3mg/l de cloraminas. Según las normas de la EPA en EE.UU. límite de concentración de cloramina a 4 partes por millón (ppm). A nivel de objetivo de los suministros de agua pública de EE.UU. es de 3 ppm.

La velocidad de formación de la monocloramina es muy rápida en muy pocos segundos se alcanza una conversión del 99%. No obstante, como a temperatura ambiente es inestable se descompondrá la mayoría rápidamente y, el remanente se evaporará rápidamente quedando disuelta en el agua de dulición de los reactivos (sustancias que se han puesto en contacto para producir la reacción) una pequeña proporción.

El volumen de gases que se puede producir puede ser importante en relación a las proporciones que puede tolerar el cuerpo humano. Los gases que se desprenden son de alta toxicidad, pueden producir problemas al ser inhalados. Al entrar en contacto con las mucosas  se producirá ácido hipocloroso (ClOH), que se descompone el ácido clorhídrico y oxígeno produciendo lesión celular. Así se produce daño pulmonar adicional al iniciarse la cascada de los radicales libres (asfixia, asma, edema pulmonar). Los gases irritantes ocasionan rinitis, conjuntivitis, faringitis y laringitis con tos irritativa, cefaleas, vómitos y náuseas, problemas renales y,  en tiroides, pudiendo llegar a  provocar la muerte.

Referencias:

«https://www.ucm.es/data/cont/docs/3-2013-02-18-3-INCOMPATIBILIDADES%20ENTRE%20PRODUCTOS%20QUIMICOS.pdf«

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